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Entendiendo la razón de nuestras malas decisiones

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La gran mayoría de las personas sabemos y estamos seguros de qué se necesita en esta vida para vivir bien. Sabemos que comer saludable, hacer ejercicio, no fumar, ahorrar, estudiar, etc. nos va a ayudar a tener una vida mejor. Sin embargo, no lo hacemos. ¿Por qué?

No hay secretos, el que se cuida y se cultiva, a largo plazo cobrará altos dividendos. Y es aquí donde entra lo interesante: “A largo plazo”. Te voy a decir una realidad que tal vez incomode un poco pero hay que estar conscientes de ella.

Somos adictos a los placeres efímeros y a los beneficios inmediatos.

Es por esto que en ocasiones no somos racionales y pensamos siempre en lo que traiga el beneficio inmediato. Hacer ejercicio siempre va a ser una buena decisión, siempre (claro, sin caer en la vigorexia y cosas exageradas). Pero es una buena decisión porque, con el paso del tiempo, nuestro cuerpo se va a encontrar en mejores condiciones y evitaremos problemas de salud.

Comparando esta decisión de hacer ejercicio vs ver netflix. Es como traducirlo a “beneficio a largo plazo vs placer efímero”… y muchas veces gana el placer efímero.  No se necesita ser Jeff Bezos para ser un “visionario”, muchas respuestas para tener una vida mejor no son ningún secreto.

Normalmente este tipo de decisiones las tomamos en piloto automático, ni siquiera las razonamos, de repente nada más soltamos un “¡Ay qué hueva! Mañana hago ejercicio y hoy acabo la serie”. Si todos los mexicanos fuéramos más conscientes de ello, seríamos una potencia mundial (no es broma).

Esto es para las decisiones del día a día en las que nos domina el subconsciente, pero ¿qué hay de las decisiones “racionales” que debemos tomar?

El dinero nos pone brutos

En este mundo capitalista, el dinero es uno de los factores principales por los que debemos tomar decisiones “racionales”.

Pensemos en nuestras primeras decisiones importantes en la vida, por ejemplo, qué carrera estudiar. Seamos sinceros, optábamos por la carrera para la que creíamos que seríamos buenos y que como “beneficio colateral” nos iba a hacer generar dinero. Porque hay que amar lo que hacemos, pero más te vale que eso que ames hacer te haga ganar dinero. Y si piensas que no es verdad, recuerda cuántas veces has escuchado “en esa carrera te vas a morir de hambre”.

Es una decisión en la que el dinero juega un papel muy importante y tenemos muy presente que lo último que queremos es perderlo (o no ganarlo). El miedo a perder es lo que nos estresa y llena de ansiedad. Estudios de comportamiento y economía demuestran que: para el ser humano es dos veces mayor la desgracia de perder, que la felicidad de ganar eso mismo.

Imagina los siguientes dos escenarios:

  1. Recibes un aumento de sueldo del 5% pero la inflación de tu país está en 10% por razones extraordinarias.
  2. Te disminuyen el sueldo en 5% pero no hay inflación en tu país porque cosas mágicas pasan.

En ambos casos, tu capacidad adquisitiva es la misma, pierdes un 5%. Sin embargo, el escenario 2 te hace más infeliz porque ¡qué horrible perder dinero que ya estabas ganando! Estamos viendo el dinero como algo absoluto, sin considerar más factores. Esa visión reducida es la que en ocasiones nos hace tomar malas decisiones porque nos sesgamos.

Este ejemplo puede resultar un poco burdo, pero pensemos en hacer compras inteligentes, por ejemplo.

Digamos que necesitamos comprar una almohada porque la que tenemos ya está muy vieja. Para muchos podría resultar en una decisión sin chiste, vas a Wal-Mart, ves la primera que se atraviesa a “muy buen precio” (unos $250), la compras y listo. Muchos podrían pensar que es una locura comprar una almohada de esas de memory foam, con ventilación, termo-inteligencia, quemacocos y minibar de unos $2,500.

¿Por qué habríamos de gastar tanto dinero en un producto tan simple como una almohada? Esas cosas son para los ricos que no tienen en qué gastar.

Aquí el problema es que uno se enfoca meramente en el dinero a desembolsar y no en todos los beneficios que puede traer dormir en una almohada costosa. Aquí tenemos que cambiar la perspectiva, cuando se trate de comprar lo que sea, hay que buscar la forma de invertir y no gastar.

¿Vas a consultar tus decisiones difíciles con una almohada de $250 o una de $2,500?

¡Broma! No se trata de una compra por lujo, se trata de un producto en el que tu cabeza va a pasar muchas horas reposando. Si uno de tus motivos para no comprar esa almohada de $2,500 es que es demasiado cara, veámoslo de la siguiente manera:

Digamos que una almohada costosa en promedio te dura unos 5 años, eso equivaldría a unas 1,826 noches. Asumamos que por vacaciones o cualquier motivo, dormirás en tu almohada unas 1,600 noches, esto nos deja con el calculo de que estarías pagando $1.5 pesos por noche en tu almohada costosa. ¿Te sigue pareciendo caro?

Y sí, con la almohada barata de $250 tu costo por noche sería de $.15. Pero ojo, estaríamos cayendo en el mismo error de ver el tema de dinero como absoluto y caeríamos en una mala decisión. Hay que ponernos a pensar en algo más allá, como el hecho de que aproximadamente el 28% de tu tiempo en esos 5 años los vas a pasar en esa almohada. ¿Vas a pasar ese 28% de tu vida en una almohada estándar o en una almohada que te garantiza un mejor descanso? ¿Le das más valor al dinero que al tiempo?

Así es como se invierte y no se gasta.

Desafortunádamente no hay alguna fórmula mágica o diagrama de flujo para tomar decisiones. Una visión a largo plazo y una perspectiva racional respecto al miedo a la pérdida nos pueden llevar por buen camino. Espero esto te pueda ayudar para tomar mejores decisiones o para orientar a los demás a que tomen decisiones correctas (como vender, si es que logré venderte una almohada de $2,500).

La mente humana es muy compleja, en este artículo plasmé lo que yo considero más importante en este tema. Sin embargo, en el libro de Nudge, podrás conocer mucho más a fondo la psicología detrás de las decisiones.

 

E.9 Deborah Dana, la mujer detrás del éxito de Kiwilimón y Canasta Rosa

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