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El emprendedor contra su propio ego

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Algo curioso en la vida del emprendedor es que en muchas ocasiones el ego es el que lo obliga a emprender, y por otro lado, el mismo ego es el culpable de que fracase como emprendedor. Para un emprendedor el ego es esa gasolina que llena el tanque, pero cuando empieza a desbordarse, se convierte en un inminente riesgo de explosión.

Emprendemos porque queremos más, sabemos que valemos más, tenemos un sueño que cumplir, estamos confiados en que podemos hacer un mayor impacto, queremos sobresalir, lo que sea. A veces son deseos del ego disfrazados de alma emprendedora. O a veces uno emprende porque no tiene de otra y hay cuentas que pagar o bocas que alimentar, pero esa es otra historia.

Esta semana terminé de leer “El ego es el enemigo” de Ryan Holiday, y tuve un momento de catarsis con una sección del libro con la que me sentí muy identificado, y probablemente encaje contigo también.

No eres quién para saberlo ni yo para contarlo pero hace 7 años empecé a trabajar en MercadoLibre. Mi primer trabajo godín, llegué cuando su operación era muy pequeña a comparación de lo que son ahora. Trabajé ahí por casi 6 años, y en ese tiempo claramente fueron momentos de expansión. El ecommerce era muy diferente (y pequeño) en el 2013.

Cuando entré eran como 2,500 empleados en toda la compañía, cuando me fui (2019) ya eran unos 8,000. Estuve presente durante el crecimiento en una empresa grande con ADN de Startup; prueba y error de puras cosas nuevas constantemente. En ese tiempo hubo creación y modificación de muchos procesos comerciales y operativos. Aprendí demasiado y llegué a capitalizar conocimiento sobre cómo funcionaban bastantes puntos clave de MercadoLibre.

En fin, para no hacerte el cuento más largo, cuando me fui yo tenía la idea de que, por mi conocimiento, yo era esencial para la operación al menos del área donde estaba. Que no iba a poder salirme y olvidarme al 100%, porque mis excolegas me buscarían a cada rato para consultarme cosas sobre procesos y demás. Sin embargo, me llevé una no muy grata sorpresa.

Cuando me fui, a lo mucho me habrán hablado 3 veces para consultar cosas sencillas, de ahí en fuera, nunca más. Fui remplazado sin ningún problema.

Sentía que ese tiempo en la compañía, y al conocer cómo funcionaba la plataforma desde las tripas, me colocaba en un lugar esencial para la operación. Creía que difícilmente podrían encontrar una persona que cubriera y ejecutara mi rol tan bien como yo lo hacía. Evidentemente, tenía el ego en las nubes y no lo sabía.

Y bueno, muy bonita la historia godín y todo pero ¿qué tiene que ver con el ego del emprendedor?

Tal vez te ha llegado a pasar, que sientes que eres irreemplazable, pero a veces sólo es cuestión de ego. Somos egoístas y no nos damos cuenta. El libro de Ryan justo busca despertar eso, y decirnos cómo poder lidiar con nuestro ego para que no se vuelva una carga.

Uno de los puntos importantes para combatirlo, y el por qué lo relaciono con los emprendedores, es tomar el hábito de delegar y enseñar cómo hacer lo que sabemos. Lo hemos hablado en un artículo anterior y en el episodio 26 del podcast. Delegar para que el negocio no dependa de nosotros. No queremos delegar, o no nos sentimos capaces de hacerlo, porque no creemos que haya alguien que pueda hacerlo como nosotros.

Tener esa humildad de reconocer que no somos los mejores ni somos los únicos en algo, nuestro rol siempre es reemplazable (en el ámbito laboral al menos). Si te decides por ser emprendedor, si no eres reemplazable, el negocio nomás no va a prosperar y en realidad todo se habrá tratado de crear una empresa que gire al rededor de ti.

Así que olvídate de cosas como estas:

Domina tu ego recordándote que no eres el mejor, no lo sabes todo y que lo que sabes cualquiera lo puede aprender. Y no, no se trata de tirarnos al suelo con la idea de que somos uno más en mil millones. Se trata de ser conscientes de que siempre podemos ser mejores, no importa qué tan buenos seamos para algo, siempre hay niveles arriba.

El ego nos nubla la vista sobre cosas que debemos mejorar en nosotros.


Este libro constantemente te hace sentir identificado. Al menos en mi caso, como conté en mi historia. Yo creía que mi ego era prácticamente nulo, porque tampoco soy muy orgulloso ni tan clavado conmigo mismo. Pero conforme leía el libro me daba cuenta de ideas que tenía que en realidad sólo eran señales de ego. Sabemos perfectamente que no somos el centro del universo, pero sin querer actuamos como si lo fuéramos.

Por las reuniones que pudieron haber sido mails

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