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Cómo no desperdiciar nuestras vidas

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El fin de semana vi la nueva película de Netflix, “Extraction”. Una película de acción no muy diferente que las demás, llena de acción con exceso de balazos y chanclazos distribuidos por Thor. El protagonista mata a 183 dudes en 120 minutos para rescatar al hijo de un narco, imagínate. ¡Ah! Por cierto, Thor tiene luchas internas por un pasado oscuro de abandonar a su esposa después de que se murió su hijo. Un total cliché de película de acción.

Perdón el spoiler, pero obviamente Thor logra rescatar al niño y en una escena en la que ambos personajes se sinceran y se ponen sentimentales, el niño cita una frase que hizo valer la pena mis 120 minutos viendo la película:

No te ahogas por caer al río, sino por quedarte sumergido en él – Paulo Coelho

La verdad no soy fan de Paulo Coelho, siento que es de esos autores que recomienda tu tía y que al leerlos encontrarás todas las frases que se usan en las imágenes de piolines que mandan por whatsapp. Sin embargo, esta frase me pareció increíble y muy cierta (tal vez debería leerlo antes de juzgarlo). Pero bueno, empecemos por partes:

No actuar porque no es nuestra culpa

Todos conocemos personas, o somos esa persona, que siempre está echando culpas a todo lo que les ocurre. No está mal buscar culpables, al final nos ayudan a identificar la causa de los problemas y nos dejan algo de experiencia. Lo que está mal es pensar que la culpa implica responsabilidad. Pueden ser mil los factores que te hayan aventado a ese río, pero solamente tú eres el responsable de salir de ahí.

Vivir echando culpas a las circunstancias esperando a que estas mejoren solamente porque sí, nos va a hacer desperdiciar vida porque justificaremos el no tomar acción. Es como si un tipo te avienta al río pero tú decides no hacer un esfuerzo para salir, pues es su culpa que hayas caído al río y él debería sacarte. Y tampoco encuentras incentivos para salir porque en cuanto salgas ahí estará el tipo para echarte de nuevo al río. Así no funciona la vida.

Aprendamos a no depender de factores externos para decidir si hacemos las cosas o no. Es cierto que desmotiva saber que uno puede hacer su mejor esfuerzo y aún así fracasar violentamente por factores externos. Es normal que desmotive ver a otras personas que logren grandes cosas porque tienen circunstancias “más fáciles” que las tuyas. Suele pasar, no esperes que la vida sea justa, pero haz todo lo posible para lograr lo que te propongas. Haz tu propósito una obligación, independientemente de los obstáculos.

No busco que esto se interprete como una de esas frases de “El pobre es pobre porque quiere” o “No fue tu culpa nacer pobre, pero sí es tu culpa morir pobre” porque son frases de lo más insensibles y tontas porque se obsesionan en monetizar el éxito. Lo que quiero decir con esto, es que no nos limitemos por las situaciones.

Estar ahogándose sin darse cuenta

Nuestras vidas no son una película, a veces no son claras las señales cuando estamos en ese río que tarde o temprano nos va a ahogar. Son señales difíciles de identificar porque el día de hoy es muy similar al de ayer y al de mañana; al final es un cambio tan leve y sutil que de repente nos hacemos viejos y nos dimos cuenta que lo único que hicimos fue seguir la corriente.

No importa qué edad tengamos, siempre es bueno plantearnos si realmente estamos siguiendo el camino que queremos o estamos viviendo las cosas como van pasando. Es una constante que le gente no haga lo que ama o lo que más le apasiona en esta vida. Y es normal, al final no es nada sencillo monetizar pasiones y muy pocos lo logran. Sin embargo, creo que todos deberían intentar hacerlo de alguna u otra forma.

Constantemente solemos voltear hacia el dinero para determinar si alguien está haciendo bien las cosas o no. Determinando ese indicador como el ideal para medir el éxito o el fracaso de una persona, y que dicta el rumbo que se debe tomar. Cambiemos ese paradigma, no digo que nos hagamos ermitaños que odian el cochino dinero. Solamente que no sea el principal driver de nuestras acciones.

¿Qué nos hace hacer lo que hacemos? ¿Cuáles son nuestras ambiciones más grandes y por qué? ¿A dónde queremos llegar?

No quiero sonar dramático, pero es interesante cuestionar nuestros rumbos y motivos hasta crearnos una especie de crisis existencial. El libro de “El hombre en busca de sentido” de Viktor Frankl, habla precisamente de esto, de nuestra naturaleza para buscar sentido a la vida o lo que nos hace nadar para salir del río de Paulo Coelho. Muy recomendable, es de esos libros que te dejan leer en la secundaria pero vale la pena leerlo de nuevo.

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